miércoles, 12 de diciembre de 2007

EL KARMA Y LA BIBLIA

La palabra karma proviene del sánscrito kri que significa acción. El origen del karma es el que hemos vivido antes y que volveremos a vivir después. Que toda acción, emoción, sentimiento o pensamiento negativo se registra en el cuerpo astral y mental inferior hasta convertirlos en cuerpos supremamente pesados que necesiten descargarse primero a través del cuerpo vital y luego por medio del cuerpo físico en forma de dolores, malestares, enfermedades o estados sanos si fueron positivos. El karma se resume diciendo que toda acción que realizamos -sea buena o mala- trae consigo, en cualquier momento de nuestra vida presente o de las futuras, unas reacciones proporcionales y de la misma índole de la causa.

La ley del karma dice que no existe otro destino fuera del que nosotros mismos nos hemos creados con nuestros pensamientos, emociones y acciones del pasado. Incluso la herencia está regida por espíritus afines que se buscan para cumplir juntos una determinada tarea, que los une en todos los aspectos de la vida. Todos nuestros males, nuestras enfermedades, nuestras tristezas así como toda nuestra buena salud, nuestra fortuna, nuestra buena estrella, nuestras alegrías son producto de nuestras acciones pasadas.

También señala que cada individuo generó a través de sus acciones del pasado su propio destino como en la actualidad está creando su futuro destino. Una persona con un karma bastante pesado arrastra a las personas que se le acercan. Este es el fundamento de que determinadas personas sean tenidas como “saladas”, “empavadas” o pájaros de mal agüero. De igual manera, hay personas que todo los que se le acercan recibir su positiva influencia. Son las personas llamadas con ángel, con suerte, que nacieron de pie, o con leche como dice el vulgo.

El karma tradicionalmente se clasifica de tres clases:

a) Samchit Karma o karmas acumulados. Se dice que son las buenas y malas acciones, pendientes en nuestra cuenta, merecidas o contraídas en todos nuestros cuerpos anteriores. Su contabilidad se registra desde el primer día de la aparición de la vida en la tierra.

b) Pralabdha karma o karma del destino. Es también llamado el karma maduro o la porción de ese gran karma acumulado que hemos decidido escoger para pagarlo o disfrutarlo según que sea negativo o positivo. Es el que traemos de nuestras vidas pasadas y que nos ha determinado cómo nacimos, quienes fueron nuestros padres, hermanos, familiares cercanos, con quién nos casaremos (si es que lo haremos), cuántos hijos tendremos, de qué nos enfermaremos, cuáles serán nuestras habilidades, nuestros defectos, finalmente cómo y cuándo morimos.

c) El Kriyaman Karma o karma futuro. Se afirma que lo estamos creando con cada una de las acciones que estamos realizando en esta vida y que serán transferidos al depósito del Samchit.


Las historias del hombre parece que están enmarcadas en estas cuatro realidades:

1. La felicidad

2. El pecado

3. El castigo y

4. El perdón.


En la leyenda del paraíso y en la parábola del hijo pródigo, entre otras, están perfectamente demarcadas cada una de estas realidades.

Según estas consideraciones el karma corresponde a la tercera realidad o el castigo producto del pecado, la desobediencia, la rebeldía, la autosuficiencia, el orgullo o cualquier otro elemento considerado como atentatorio contra la ley de Dios.

Observemos un hecho: si alguien debe una suma determinada de dinero a otra persona y esta le cobra ante los juzgados y aquella es demanda por el pago de dicha suma de dinero, cualquier persona y resalto cualquiera puede pagar por la deudora y ni el juez ni el acreedor pueden negarse a recibir el mencionado pago. Aquí lo importante es el pago no quien lo efectúe.

Si tenemos en cuenta el principio hermético según “como es arriba es abajo” y “como es abajo es arriba”. Y si vimos que es posible que alguien pague por otro, entonces, pregunto: ¿dónde está la dificultad para entender que Jesucristo puede pagar nuestras deudas o karma de vidas pasadas?

Si ningún poder humano - en el mundo carnal como lo llama la Biblia - puede impedir que alguien pague las deudas por otro vuelvo a preguntar: ¿Quien tendría en el mundo espiritual suficiente poder para impedir que Jesucristo pague nuestras deudas?

Podemos entonces afirmar que el perdón de los pecados es una realidad prometida por Dios, ejecutada por la sangre de Jesucristo y quien no la acepta está obligado a pagar su propia deuda por cuanto al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (Ro. 4:4-5).


Alguien tiene que pagar las deudas. O las paga Jesucristo con su sangre o estúpida e inútilmente decidimos pagarlas nosotros con dolor y sufrimiento.



Cordialmente, César Rojas

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